domingo, 27 de marzo de 2011

OJOS QUE NO VEN, COMIDA QUE DISFRUTAS

Hace unos días me puse en contacto con un joven que rescató a una tortuga de una laguna, me dijo que tenía partida la concha y que él no podía tenerla en su casa por falta de espacio, entonces le dije que yo podía quedármela y lo primero que me preguntó fue: “¿Pero no te la vas a comer verdad?”, por supuesto le dije que nunca me atrevería a hacer tal cosa.

La comida es un elemento cultural que caracteriza a los países y estados entre sí, y sin duda las comidas exóticas son las que más llaman la atención tanto de los habitantes, como de los turistas. En china se prepara cabeza de cocodrilo en salsa dulce, carne de perro o gato, en Japón se venden galletas de medusa entre otras cosas, incluso en México se comercializa la carne de león, jabalí, avestruz, ciervo, conejo, faisán, zorrillo, búfalo entre otros animales que se encuentran en peligro de extinción. Pero, ¿Qué proceso pasan todos ellos para convertirse en platillos costosos y que satisfacen al exigente paladar de los comensales alrededor del mundo?

Hablemos del mercado de Baguio City en la región de Ilocos, Filipinas, o de la provincia de Guangzhou en China, o de Seúl, en Corea del Sur, donde podremos encontrar tenderos ofreciéndonos carne de perro, y veríamos los cuerpos despellejados y seccionados expuestos para su venta. Para muchos perros la pesadilla de ser considerados como comida comenzará en los camiones donde son transportados por carretera. Este viaje a menudo durará varios días a lo largo de los cuales no tendrán acceso a alimentos. Sólo se les proporcionará agua mediante mangueras y únicamente para prevenir la deshidratación y la muerte.

Para el viaje se les introduce en jaulas abarrotadas apiladas unas encima de otras hasta cinco alturas. Al llegar a los mercados el transportista comienza a arrojar al suelo las jaulas de la parte superior. Esto produce roturas de miembros y contusiones a los aterrorizados perros. Una vez en el suelo se utilizan tenazas metálicas para agarrarlos por el cuello. Estando ya sujetos, los comerciantes pueden arrojarlos dentro de jaulas más grandes para ser pesados y vendidos de inmediato o ser descargados en los “corrales”.

Los compradores pasan a su lado para seleccionarlos. Entonces son agarrados de nuevo por las tenazas de metal. Tras esto son golpeados brutalmente en el hocico con un instrumento parecido a un bate de béisbol, ante la mirada aterrorizada de sus compañeros de destino con el objetivo de dejarlos inconscientes. El motivo de este horrible procedimiento es la creencia de que el rápido latido del corazón de los animales aterrorizados hace que, cuando finalmente son asesinados la sangre chorree más rápidamente. Se cree que esto mejora después el sabor de la carne al haber producido el animal adrenalina ante el terror que siente.

Es difícil contabilizar el número de víctimas por ser una práctica ilegal, sin embargo de la limitada información existente, la organización de defensa de los animales (Animal People) estima que en Asia se asesinan entre 13 y 16 millones de perros y 4 millones de gatos anualmente, todos ellos para consumo humano.

Pero no es necesario irnos hasta China para visitar un mercado donde vendan carnes exóticas, en México también hay uno y este se ubica en el centro de la capital de nuestro país, su nombre es “mercado San Juan”. Aquí podemos encontrar locales donde se nos ofrecen piernas de león con certificado de autenticidad a sólo 800 pesos el kilo, eso sí, la tenemos que comprar sobre pedido porque necesitan conseguir un león de la edad apropiada para que la carne no esté tan dura. Pero si no podemos pagar los 800 pesos, hay productos más baratos como la carne de jabalí en 600 pesos el kilo, en fin, el catálogo de los vendedores de este mercado cuenta con 150 productos cárnicos nacionales e importados de Nueva Zelanda y Estados Unidos. También hay una sección de especies marinas donde se puede encontrar anguilas, mantarrayas, caracoles, tortugas etc.

Las razones que la gente tiene para comer animales fuera de lo común, son principalmente de tipo “médicas”, puesto que a pesar de que se atribuye el consumo de carne de perro en Corea a la hambruna generada durante la guerra, la gente en la actualidad la busca por sus “atributos maravillosos”, como curar la impotencia sexual, dolor lumbar, fatiga, pérdida de memoria y demás creencias populares, también se toman el polvo de huesos de tigre contra el reumatismo. En México se toma el caldo de zorrillo para curar las enfermedades de la piel y creen que comer carne de león o jabalí ayuda a incrementar las fuerzas. Por supuesto no se ha comprobado ninguna de estas suposiciones, sin embargo la gente sigue practicando el comer todos estos animales buscando un remedio a sus enfermedades, transmitiendo estos conocimientos, por lo que generaciones venideras también creerán en ello y el consumo seguirá. Según testimonios de los vendedores en el mercado San Juan, familias de bajos recursos se esfuerzan por juntar suficiente dinero para poder comprar un poco de carne y así preparar el remedio para algún enfermo de la familia o la comunidad.

Muchas de las especies silvestres usadas en alimentos y medicina se encuentran en peligro de extinción, algunas debido a la sobreexplotación, a distintas presiones como la pérdida de hábitats o a una combinación de factores. De las 9.956 especies existentes de aves conocidas, se estima que el 14% se usan con fines alimenticios y medicinales. De todas las especies de aves, el 12% están clasificadas como amenazadas y de las utilizadas con dichos fines, el 23% están amenazadas.

Del mismo modo, las especies de mamíferos utilizadas en alimentos y medicina están más amenazadas de media que las que no se utilizan para ello. A diferencia de las aves y los mamíferos, en general, los anfibios usados en alimentos y medicina parecen estar menos amenazados que los anfibios que no se usan con estos fines. A pesar de ello, el estado de conservación de estas especies está disminuyendo con más rapidez que las especies de anfibios que no se usan en alimentos y medicina.

Si nos vamos a un aspecto más particular, podremos encontrar que en Tabasco también se consumen animales exóticos como la iguana en diversos platillos regionales al igual que diversas especies de tortugas que son asesinadas cruelmente para su preparación.

¿Es realmente necesario hacer pasar a los animales por un terrible sufrimiento con tal de probar su carne?, tristemente el “ser humano” no se ha dado cuenta que al propiciar el consumo de este tipo de animales, solo está contribuyendo a que aumente la lista de especies extintos o en peligro de extinción, y recordemos que al desaparecer una especie, el equilibrio de un ecosistema se ve alterado, porque aunque muchas personas lo ignoren, cada animal por pequeño o insignificante que parezca, juega un papel importante dentro de su hábitat, pero claro, lo único que les importa a las personas que cazan animales ilegalmente para vender su carne y piel, es el dinero que van a obtener, por desgracia las consecuencias ya son visibles.

El hombre es un ser egoísta que solo busca su beneficio personal, este es un grave problema social ya que nos hemos encerrado en nuestra burbuja de satisfacer nuestras necesidades sin importar el daño que le estamos provocando a nuestro planeta, somos egoístas, asesinamos a animales que no tienen por qué ser comidos por el hombre, nuestro estúpido afán por buscar remedios mágicos a enfermedades nos hacen destruirlo todo.

Con tanto conflicto que estamos sufriendo, deberíamos detenernos y preguntarnos si hemos estado haciendo lo correcto, si realmente necesitamos comer huevos de tortuga o carne de león, matar ballenas para extraerles la grasa y hacer aceites, golpear cruelmente a las focas para arrancarles la piel. Por desgracia los animales no pueden contra nosotros y a pesar de que luchan por sobrevivir, terminan perdiendo la batalla.

Cuando entramos a un restaurante y pedimos alguno de esos platillos extraños y cotizados, simplemente los degustamos, compartimos la mesa con nuestros amigos y mientras comemos tenemos una agradable charla, pero no nos ponemos a pensar en todo lo que pasó ese trozo de carne que nos estamos comiendo para llegar al plato, y si lo viéramos, tal vez sentiríamos su dolor y nos arrepentiríamos de haberlo comido. Tristemente eso no pasa por la cabeza de las personas que lo hacen y total, ojos que no ven, comida que se disfruta.

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